lunes, 17 de noviembre de 2014

Un ejercicio de cinismo a cuenta de las preferentes.


          Los señores Santos Llamas y Julio Fermoso, en su comparecencia ante la Audiencia Nacional, hacen un ejercicio de cinismo. Lean si no la noticia. Porque hay que ser cínicos para afirmar, aunque sea acogiéndose a su derecho a la defensa, que las entidades que dirigían emitieron participaciones preferentes porque los clientes "así lo reclamaban". Las participaciones preferentes se emitieron porque "así lo reclamaba", no la clientela, sino la calamitosa situación patrimonial en que se encontraban las cajas, Y como era dudoso que ningún inversor institucional, es decir, profesional y entendido, estuviese dispuesto a correr riesgos apuntalando estas entidades, sus directivos decidieron tapar el agujero por la vía más fácil: colocando las participaciones entre un público cautivo: los clientes de toda la vida, que no iban a leer, ni a entender, los contratos, ni a pedir las cuentas de las cajas para analizarlas. Sencillamente confiaban en el personal de las oficinas. 

          Una vez más hablo con conocimiento de causa. Ya saben que he sido empleado de banca y viví en primera persona todo aquello. No recuerdo a ningún cliente que fuese a la oficina a pedir "preferentes". Lo que sí recuerdo perfectamente es la presión e insistencia de los superiores para que las preferentes se ofreciesen y "colocasen" entre los clientes como fuese. El futuro de la entidad - ¿o era realmente el de los directivos? - iba en ello. 
           En fin, un capítulo más de esta triste historia. Esperemos que la justicia haga su trabajo y ponga a cada uno en su sitio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario